La cuestión de cómo comenzó la vida sigue siendo uno de los mayores misterios de la ciencia, pero un nuevo estudio sugiere que el ARN, un primo molecular del ADN, puede haberse formado fácilmente en la Tierra primitiva y potencialmente también en otros planetas. Esta investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences USA, propone una vía plausible para el surgimiento del ARN en condiciones que prevalecían hace miles de millones de años, fortaleciendo el argumento de que los ingredientes de la vida podrían ser comunes en todo el cosmos.
La receta de la Tierra primitiva
Los investigadores dirigidos por Yuta Hirakawa recrearon las condiciones primitivas de la Tierra en experimentos de laboratorio. Mezclaron azúcar ribosa, nucleobases, fósforo y el mineral borato en agua, luego calentaron y secaron la mezcla, imitando los procesos impulsados por impactos que dieron forma a nuestro planeta. Los resultados fueron sorprendentes: moléculas similares al ARN se formaron espontáneamente.
Este proceso depende del papel del borato, que antes se pensaba que obstaculizaba la formación de vida, pero que ahora se ha demostrado que estabiliza los azúcares cruciales para la síntesis de ARN. Según Hirakawa, “el borato es muy importante para estabilizar los azúcares, que son moléculas inestables”. El equipo descubrió que el borato no sólo permite la formación de ARN; lo facilita.
Impactos como catalizadores
El estudio sugiere que los impactos masivos, como el de un asteroide del tamaño de Vesta, fueron catalizadores esenciales. Estas colisiones produjeron los precursores necesarios y crearon los ciclos térmicos necesarios para la síntesis de ARN. Esto no es sólo una especulación; Las muestras del asteroide Bennu, recolectadas por la misión OSIRIS-REx de la NASA, confirman la presencia de ribosa en material espacial primordial.
Esto implica que los eventos de impacto son una característica universal de la formación de planetas, lo que significa que podrían haber existido condiciones similares en otros lugares. Steven Benner, coautor del estudio, va más allá: “El argumento es: el impacto de la historia es universal… la vida está en todas partes”.
Escepticismo y alternativas
No todos los científicos están de acuerdo. Lee Cronin, experto en química prebiótica, advierte que el experimento todavía depende de la intervención humana para adquirir y mezclar componentes. Sostiene que demostrar la formación de ARN en condiciones controladas no prueba que ocurra de forma natural a escala cósmica.
Cronin también señala que el ARN puede no ser el único camino hacia la vida. Otras moléculas podrían cumplir funciones similares, haciendo que la búsqueda de vida extraterrestre sea potencialmente mucho más diversa de lo que se imaginaba anteriormente. El debate destaca la complejidad de la abiogénesis: el origen de la vida a partir de materia no viva.
El panorama más amplio
Las implicaciones de esta investigación son profundas. Si el ARN puede formarse fácilmente en condiciones planetarias comunes, el universo podría estar repleto de vida. El estudio sugiere que los ingredientes de la vida no son raros, sino más bien un resultado intrínseco de procesos planetarios. Esto cambia el enfoque de si existe vida en otros lugares a cómo se manifiesta en otros mundos.
El descubrimiento del papel del borato es un avance particularmente intrigante, que sugiere que vías químicas inesperadas podrían abrir nuevas posibilidades en la búsqueda de vida más allá de la Tierra.
En última instancia, aunque persiste el escepticismo, este estudio proporciona evidencia convincente de que los componentes básicos de la vida no son exclusivos de nuestro planeta, una posibilidad que remodela nuestra comprensión del potencial de habitabilidad del universo.
